Una de las principales causas que explican la crisis social que vive Chile tiene que ver con la desigualdad. Según el informe Panorama Social de América Latina de la CEPAL1, en 2017, el 50% de los hogares de menores ingresos accedió al 2,1% de la riqueza neta del país, mientras que el 10% concentró un 66,5% del total y el 1% más adinerado ostentó el 26,5% de la riqueza.
La desigualdad económica es la diferencia en cómo se distribuyen los activos, el bienestar o los ingresos entre la población, pero ¿cómo se mide desigualdad? Existen diferentes medidas de desigualdad, entre las que destacan el coeficiente de Gini y las medidas de extremos. Al centrarnos en el coefiente de Gini notamos que es la medida resumen de la curva de Lorenz. La curva de Lorenz ordena a la población de forma ascendente en función de su ingreso y muestra el porcentaje que se va acumulando de los ingresos de la población en este orden2.
Chile, a pesar de ser una de las economías más prósperas de la región3, obtuvo en 2015 el mayor coeficiente de Gini entre los 35 países de la OCDE, lo que lo convirtió en ese entonces en el país con la distribución de ingresos más desigual de los países miembros de la organización, según este indicador. A continuación podemos ver como se comportó el coeficiente de Gini en Chile en sus últimos 30 años para datos de la misma entidad:
Gini= 1 Desigualdad Máxima
Gini= 0 Igualdad Perfecta
Notemos que la tendencia es a la baja, pero con una constancia que no es la deseada, reduciendo a la fecha tan solo en un 17% la desigualdad medida por este índice.
Como se mencionaba con anterioridad, Chile ha desarrollado una de las economías más sólidas de la región dando como resultado un crecimiento económico sostenido del producto interno bruto del país, el cual fue de un 5% real anual promedio desde que Chile regresó a la democracia4. Con datos del Banco Mundial fue posible contrastar el gross domestic product per cápita de la mayoría de los países del orbe por medio de un mapa donde se evidencia que Chile está bien aspectado con respecto a la región, pero lejos de las potencias de Norteamérica, Europa y Oceanía. A 2017 Chile tenía aproximadamente un ingreso per cápita de US $ 16.000 y previo al estallido social las proyecciones del FMI indicaban que el país, en el 2022, tendría un PIB de 30 mil dólares por persona, sin embargo, alertaba el hecho de la ausencia de una redistribución encaminada a la equidad5.
A continuación se muestran datos de la deuda de cada país miembro de la OCDE para evidenciar la solvencia de este ítem en términos chilenos en paralelo a los demás países miembros de la organización. A pesar de esto también se adjunta un gráfico que muestra que Chile tiene uno de los 5 niveles más bajos en cuanto al Índice de Desarrollo Humano elaborado por el PNUD y que considera en su construcción factores de salud, educación y riqueza. Esto se hizo con datos de datosmacro.
A modo de opinión pareciera ser que el país se encuentra inmerso en medio de una falsa dicotomía o al menos quienes lo dirigen, a fin que deuda o gasto tienen un efecto peyorativo desde el lenguaje e impiden hacer aquellos cambios que reclaman las personas, pero bueno, ningún negocio partió ganando millones el día 1 y de seguir en este paradigma estará siempre ordenar la casa para el vecino que mira y no para quien vive dentro de ella, gastando plata en pintura cuando la casa aún no tiene piso. Entender gasto desde la responsabilidad y regular fehacientemente al país en sus dimensiones económicas y políticas podrían ser el comienzo de algo bueno para Chile, pero sobretodo para sus habitantes.